Muchas empresas a la fecha
siguen trabajando sin un NORTE CLARO, debido a la carencia de una adecuada planificación
anual. Sin objetivos y sin un norte claro la empresa no podrá evaluarse a sí
misma y simplemente asumirá que sus resultados son lo mejor que ha podido
obtener. Cuando el negocio tiene, por ejemplo, metas de crecimiento en ventas
mensuales por lo menos puede saber si está vendiendo más o menos de lo previsto
y podrá fortalecer las medidas que le están dando resultado o cambiar aquellas
que simplemente no funcionan.
Un planeamiento anual debe,
entre otras cosas, hacer el ejercicio de proyectar flujos sobre la base de
objetivos de una gestión que se entiende será la más apropiada para nuestra organización. Por ello, se deberían incorporar
acciones como incursionar en nuevas industrias, lanzar nuevos productos o
servicios, mejorar procesos, entre otras.
No
obstante el beneficio de contar con un planeamiento anual, lo cierto es que no
todas las empresas lo hacen, no sólo las pequeñas sino también las medianas y
grandes. De hecho pocas empresas peruanas hacen planeamiento estratégico. Hay razones
estructurales para ello. La principal tiene que ver con el esquema societario,
pues en el país las empresas nacen como negocios familiares o emprendimientos
unipersonales cerrados. Incluso pocas pequeñas y medianas empresas cuentan con
un directorio, mucho menos con miembros independientes, lo cual les impide
recibir ideas diferentes que aporten buenas prácticas del mercado.
Otra
de las razones es que al inicio el empresario está enfocado básicamente en
lograr que la idea de negocio funcione y por ello gran parte de su tiempo está
en la captación de clientes. Por ello deja de lado el planeamiento, ya que, con
toda razón, si no se obtienen ingresos que hagan punto de equilibrio de más
está planificar objetivos de mediano plazo.
En tal sentido, en aquellas
empresas que aún no ha realizado el planeamiento de este año la recomendación
es hacerlo de inmediato. La ventaja para ellos será que podrán incorporar
expectativas económicas más claras que las que había a finales del año pasado.
Por ejemplo: un crecimiento del PBI más moderado y un tipo de cambio al alza.
Mi recomendación es que incorporen un escenario más en su proyección: uno ácido
donde la economía crezca un 2.5% a 3%. Como ha mencionado The Economist, no hay razones estructurales para pensar que este año será mejor
que el 2014. Así podrán tener planes de contingencia que sirva de paliativo si
las cosas se complican sobre la marcha.
JORGE DEL CASTILLO CORDERO