LA INNOVACIÓN Y EL CRECIMIENTO
EMPRESARIAL DEPENDEN MUCHO DE LAS PERSONAS Y DEL AMBIENTE DE NEGOCIOS
Hoy en el contexto mundial
podemos encontrar un grupo de empresas que han iniciado su ascenso vertiginoso
con ideas innovadoras que rompieron paradigmas del mercado. Entre los ejemplos
se cuentan compañías de la talla de IKEA, McDonald’s, Apple y Google, todas
firmas que empezaron con capitales pequeños y que, gracias a la capacidad de innovación de sus
fundadores de identificar maneras eficientes de cubrir las demandas de sus
potenciales clientes, alcanzaron escalas enormes, creando miles de empleos en
el camino y contribuyendo a la productividad de la economía.
Ninguna de estas compañías
requirió en sus inicios de grandes cantidades de inversión en investigación y
desarrollo (I+D) para ser exitosas. Y los ejemplos usados no son solo casos
aislados de innovación común llevada a gran escala. De acuerdo con un estudio
de Amar Bhide, profesor de la Universidad de Tufts, solo el 4% de las empresas encontraron sus ideas de emprendimiento a través
de un proceso sistemático de oportunidades de negocio. Por el contrario, 71% de ellas adaptaron o modificaron lo
aprendido en trabajos anteriores, y el 20% de ellas concibieron las ideas
de negocio de forma natural o espontánea.
El Estado tiene, por tanto, dos
tareas principales y urgentes que resolver para promover el desarrollo de
nuevos negocios. La primera es levantar el sinfín de trabas que impone al
crecimiento de la actividad privada. Desde las políticas laborales que limitan
la flexibilidad del mercado hasta la maraña de permisos municipales, pasando
por la supervisión de un número creciente de organismos públicos y la Sunat,
los emprendedores enfrentan un Estado que parece colocarse en su contra en vez
de promover el desarrollo de negocios de los cuales es socio a través de los
impuestos.
La segunda tarea pendiente para
fomentar la productividad y la innovación es mejorar la calidad de la educación
que recibe la mayor parte de la población. Un país mejor educado es un país con
personas capaces no solo de concebir ideas originales de emprendimiento, sino
también con la habilidad de llevarlas a cabo. El Ministerio de Educación está
dando pasos importantes para ello –por ejemplo, a través de los procesos
meritocráticos aplicados a los docentes y la mejora de la infraestructura
educativa–, pero aún quedan grandes retos.
Es, a fin de cuentas, la
innovación productiva de los ciudadanos comunes y corrientes –y no tanto
aquella promovida desde los departamentos de I+D– lo que explica la mayor parte
de la productividad de los países. Si queremos que nuestro técnico en
computadoras de preferencia tenga la oportunidad de fundar el próximo Apple y
nuestro carpintero de barrio el próximo IKEA, la facilidad para abrir y operar
una empresa formal y las habilidades de los peruanos serán el componente fundamental.
JORGE DEL CASTILLO CORDERO
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