Todos y cada uno de
nosotros a lo largo de nuestra experiencia invirtiendo en Bolsa hemos tenido
que lamentar alguna pérdida. Una parte de la explicación es exógena a nosotros,
pues al tomar decisiones en un entorno de incertidumbre, podemos atribuir a la
existencia de riesgo la posibilidad de tener un resultado desfavorable. Sin
embargo, algunas de las pérdidas que hemos sufrido a lo largo de nuestra vida
bursátil, tal vez las pudimos evitar, o por lo menos minimizar.
Algunos errores
frecuentes que paso a comentar brevemente, muchas veces son la causa de
dolorosos reveses en nuestras inversiones. Son lo que llamo, los "siete
pecados capitales" del inversionista:
1. Exceso de optimismo. Algunas veces
cuando vemos el mercado subiendo, tendemos a creer que seguirá subiendo por los
siglos de los siglos. En ese momento la codicia se apodera de nosotros y nos
apresuramos a comprar, pues pensamos que se nos va la oportunidad, y nos
quedaremos sin nuestra tajada de las "apetecibles ganancias" que
otros están acumulando. Warren Buffet dijo alguna vez "el optimismo es el
enemigo del inversionista racional". Debemos entender que los mercados son
cíclicos, suben y bajan. Es más, a lo largo de un movimiento de tendencia, los
precios nunca se mueven en línea recta, avanzan y retroceden (correcciones),
dándole forma a lo que en el argot bursátil conocemos como movimiento en
serrucho. Mi sugerencia es, antes de lanzarse al mercado, analice el movimiento
de precios, identifique en qué punto de la tendencia se encuentra, considere la
posibilidad de una corrección, o evalúe si dicha tendencia está próxima a
agotarse, en cuyo caso sería mejor abstenerse de participar. Recuerden, siempre
es mejor "dejar de ganar", que "perder dinero".
2. Exceso de confianza en las predicciones.
Debemos tener en cuenta que los cálculos de valores fundamentales son una buena
referencia. Pero no olvidemos que su cálculo está basado en estimaciones sobre
variables futuras, y el futuro es incierto. Si bien estos valores fundamentales
pueden tomarse como una buena aproximación del valor objetivo esperado para
determinada acción, su cumplimiento requiere que todos los supuestos que se
utilizaron para hacer las proyecciones se cumplan, y también que el mercado así
lo perciba. Ojo, no estoy diciendo que el cálculo de valores fundamentales sea
inútil, lo que sugiero es que no los tomemos como letra tallada en piedra,
tomémoslo como lo que son, una "buena referencia". Una sugerencia
adicional, como siempre existe la probabilidad que las proyecciones presenten
algún tipo de "sesgo" propio de factores subjetivos asociados al
analista que realizó la valorización, es recomendable que no nos conformemos
con una sola fuente, revisemos todas las fuentes disponibles en el mercado, y
así tendremos un rango referencial para el precio de nuestras acciones.
3. El síndrome de la negación de la realidad.
No nos gusta vernos mal, nuestro yo interno siempre buscará esa zona de confort
en la que nos sentimos cómodos, antes de admitir que nos hemos equivocado.
Cuando compramos una acción, y el mercado se mueve en sentido contrario a
nuestras expectativas, las pérdidas potenciales siempre parecerán demasiado
altas comparada con nuestra idea de lo que pensábamos ganar, aún desde el
inicio. Soportaremos la posición perdedora y tomaremos cualquier noticia
interpretándola de forma tal que "confirme" que nuestra decisión fue
la correcta, creando un entorno favorable a la mala decisión de compra. Esto en
psicología se llama Disonancia Cognitiva, y es la razón del porqué resulta tan
difícil tomar la decisión de aplicar el "stop loss" para corregir el
error, dilatando la solución y convirtiendo una pequeña pérdida, en una gran
pérdida. Sé que es difícil, pero como siempre digo, en el mercado no hay
espacio para romanticismos, cuando enfrenten una situación como la descrita,
háganse la siguiente pregunta: qué prefieren, perder S/. 1,000 o perder S/.
10,000. La respuesta les dirá lo que deben hacer.
4. El dilema del cazador. Muchas veces
hicimos el análisis adecuado e identificamos una excelente oportunidad, pero en
lugar de entrar al mercado con decisión y "pagar" precio, nos
volvemos "peseteros". El mercado está como se dice
"bullish", y mandamos nuestras propuestas por debajo del precio de
mercado. Solo mejoramos nuestra propuesta cuando vemos que el precio se nos va,
pero aún así, no queremos pagar lo que paga el mercado, siempre queremos
comprar por debajo del mercado. Finalmente cansados de no conseguir la acción
nos decidimos a pagar de acuerdo a lo que negocia el mercado, pero ya es tarde.
El precio ha avanzado tanto, que ya está próximo a una corrección (recuerden el
movimiento en serrucho). Mi recomendación es: señores, si han identificado una
oportunidad que les puede rentar 10%, 15%, etc., que importa sacrificar 0.5%.
Compren y punto. No se la pasen "persiguiendo la liebre".
5. La rigidez mental. La información que
fluye al mercado es procesada internamente por cada inversionista, generando
como resultado una decisión de compra/venta. Las decisiones agregadas de miles
de inversionistas es lo que determinará el movimiento de los precios. Como
estas decisiones son tomadas por personas, no podemos dejar de considerar lo
que conocemos como el sentimiento o el humor del mercado, es decir ese
componente emocional que siempre está presente y a veces puede dominar nuestras
decisiones. Cuando el humor dominante es positivo, las buenas noticias son
sobre valoradas, y las malas noticias son sub valoradas. En caso contrario, es
decir, cuando el humor es negativo, las buenas noticias son sub valoradas y las
malas noticias son sobre valoradas. Les sugiero tener esto presente, la
información siempre debemos analizarla dentro de la coyuntura vigente, para
según ello estimar el potencial de subida o potencial de caída de los precios,
y determinar la conveniencia de comprar o no.
6. "Sentarse" sobre posiciones
perdedoras. En este punto debo acotar que me referiré a aquellas personas
cuyo perfil es netamente especulativo y de corto plazo, y no a aquellos
inversionistas cuyo horizonte es largo plazo. Pues bien, bajo una estrategia
especulativa, cuando el mercado nos hace saber que nos hemos equivocado, la
decisión correcta es corregir el error, es decir, aplicar un "stop
loss" y salirse de la posición. Lamentablemente tenemos la mala costumbre
de no reconocer el error, y en lugar de vender, empezamos a comprar más,
dícese, promediando a la baja. Pues bien, esta práctica enfrenta al
inversionista a un problema puntual: está aumentando su posición en un papel
que está perdiendo valor, lo que a su vez lo expone a una pérdida
"explicita", representada por la desvalorización de sus acciones, y a
una pérdida "implícita", dada por el costo de oportunidad de mantener
una tenencia que se desvaloriza, cuando en el mercado pueden existir otras
alternativas más atractivas. Al final, una posición que inicialmente fue corto
plazo terminamos manteniéndola en el portafolio por tiempo indefinido porque
"algún día subirá". Lo peor de todo es que en algunas ocasiones, lo
que pudo ser una pequeña pérdida termina convirtiéndose en una gran pérdida, porque
nos tomamos mucho tiempo para tomar la decisión de corregir el error. Les
sugiero que sean consistentes con la estrategia elegida: corto plazo es corto
plazo, y largo plazo es largo plazo.
7. "Enamorarse" de una posición.
Cuando una acción nos está haciendo ganar dinero, la ambición suele apoderarse
de nuestra razón, y queremos mantenerla hasta el último centavo de ascenso.
Queremos vender en el punto máximo, en el pico del mercado. Esta práctica suele
revertirse en nuestra contra. Lo que inicialmente pudo ser un rendimiento
atractivo, termina siendo un rendimiento bastante modesto, o incluso en algunas
ocasiones termina convirtiéndose en dolorosas pérdidas. Mi sugerencia es,
analicen la fuerza de la tendencia, posibles resistencias, etc. Si el mercado
da señales de debilidad, vendan, no importa si después del precio sube unos
centavos más. Siempre que se pueda salir de una inversión con la frente en
alto, será una buena decisión.
MENSAJE:
No se sientan mal
si alguno de estos "pecados" alguna vez afectó el resultado de sus
inversiones. Gran parte del problema tiene que ver con el hecho que somos seres
humanos, no robots, y por lo tanto puede resultar difícil separar la parte
emocional de nuestras decisiones. Pero ser consciente de ello, es un buen
primer paso en la dirección correcta.
JORGE DEL CASTILLO
CORDERO
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